El Club tiene más de 80 años de vida, pero no es fácil encontrar en esa larga historia días tan intensos y fructíferos como este pasado domingo: 11 de mayo de 2025.
La trabajada y merecida victoria (7-12) del primer equipo en las Terrazas de Alcobendas nos lleva, por primera vez en este nuevo formato de competición, a la final de la Liga de División de Honor. Tras terminar séptimos la liga regular, con un desempeño extraordinario de nuestros chicos en dos domingos consecutivos para el recuerdo, hemos eliminado a domicilio a dos de los tres mejores equipos de la temporada. Un inconformismo épico, convertido en inquebrantable defensa, nos ha llevado a un logro sin precedentes: meternos en la final viniendo desde la segunda mitad de la clasificación en la primera vuelta.
Para completar la mañana, de manera casi simultánea, nuestros Sub23 nos hicieron, por tercer año consecutivo, Campeones de España. Como con los mayores, llegamos a la final tras superar a domicilio a San Cugat en cuartos de final y a Alcobendas en semifinales, ambos con mejor clasificación en la liga regular. Y ayer en la final, en un partido también para el recuerdo, derrotamos al VRAC en su feudo de Pepe Rojo tras una agónica prórroga.
La copa levantada ayer en Valladolid (el cuarto campeonato Sub23 en las seis temporadas que se viene disputando esta competición) es un refrendo a la apuesta del Club por la acumulación y formación de talento joven nacional.
Esta extraordinaria acumulación de éxitos competitivos en estas últimas semanas supone, más allá de un enorme logro deportivo, la reafirmación de un modelo que antepone la identidad del club, con su condición universitaria y su filosofía amateur como banderas, al efímero brillo de medallas y copas.
Nuestra simbiosis con la Universidad Complutense de Madrid está cosechando enormes logros en la formación de jóvenes estudiantes universitarios en el ámbito del alto rendimiento deportivo. Esta temporada pasará a la historia del Club por los resultados alcanzados y por haber demostrado que, haciendo las cosas bien y perseverando, es posible competir al máximo nivel sin renunciar a nuestros valores y a nuestra forma de entender el rugby y la formación.
FOTO: Soraya Sanz